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China se vale de su tecnología de punta para reprimir el movimiento por mayor libertad
Los teléfonos de los manifestantes son el eje de las investigaciones policiales. Los citados a declarar no se explican cómo pudieron ser detectados por las autoridades. El régimen avanza hacia un control social total.

El Gobierno llamó a reprimir las protestas y desplegó un importante arsenal de seguridad, incluyendo herramientas de vigilancia de última generación para localizar a los manifestantes.
“Al parecer, en Pekín, Shanghái y Cantón la policía utiliza métodos de muy alta tecnología”, explica Wang Shengsheng, una abogada que ofrece a los manifestantes ayuda legal gratuita. “En otras ciudades parece que utilizan las imágenes de vigilancia y el reconocimiento facial”, añade esta especialista de los derechos humanos, que vive en Shenzhen (sudeste).
En la capital, Pekín, la policía pudo utilizar los datos de localización de los teléfonos móviles. También pudo obtener estos datos en base a los taxis que transportaron a los manifestantes y al control de los pases sanitarios.
Muchas personas en Pekín “no entendieron por qué la policía los contactó cuando simplemente pasaron por delante del lugar de la manifestación y no participaron”, afirma la letrada.
En Shanghái, la policía convocó a aquellos que identificó para interrogarlos y confiscó sus teléfonos “quizás para extraer todos sus datos”, añade.
Piratería
En Cantón, algunas personas aseguraron a la abogada que sus cuentas de Telegram fueron pirateadas después de controles policiales durante las manifestaciones.
Las cuentas de Telegram de manifestantes detenidos en Pekín seguían activas mientras estaban en prisión, dijeron a la abogada amigos de estos últimos, lo que sugiere que la policía tenía acceso a ellas.
En alerta máxima debido a denuncias de nuevas detenciones e intimidaciones policiales, los manifestantes se envían mensajes en grupos de discusión encriptados, a los que solo se puede acceder mediante un software VPN que es ilegal en China.
Allí intercambian recomendaciones sobre cómo evitar infiltraciones de policías, así como consejos legales sobre qué hacer si se los interroga, se los detiene o se les confiscan los teléfonos.
Lo importante es borrar de sus celulares cualquier rastro de que participaron en manifestaciones, incluyendo conversaciones, videos y fotos.
Un habitante de la capital dijo que dos amigos que habían participado en las protestas en Pekín y Shanghái fueron detenidos por la policía el domingo por la tarde y el martes a la noche.
Su amigo en Shanghái fue liberado el lunes por la noche, pero su teléfono sigue en manos de la policía, dijo el hombre, que solicitó el anonimato por razones de seguridad.
En las redes sociales de China, muy vigiladas, cualquier usuario que publique contenidos sobre las protestas puede ser fácilmente localizado, ya que las plataformas exigen su nombre real para suscribirse.
“El contenido de los teléfonos y de las publicaciones en las redes sociales son sin duda controlados”, dice Rui Zhong, especialista de China en el Wilson Center de Washington.
Seguimiento
Periodistas y testigos vieron a varios policías filmando a manifestantes durante la manifestación del domingo en Pekín.
Una manifestante aseguró que ella y cinco de sus amigos fueron contactados por la policía tras haber participado en la congregación en el barrio de las embajadas.
Contó que fue convocada a la comisaría el martes, pero que no la recibieron porque no pudo presentar una prueba de covid reciente.
En Shanghái, un periodista de la agencia AFP fue testigo de varios arrestos y vio cómo la policía verificó a la fuerza el teléfono de un manifestante para ver si tenía redes sociales extranjeras bloqueadas en China, que se usan para difundir información sobre las manifestaciones.
“¿Qué es la vida privada? ¡No hay vida privada!”, le dijo un policía a un manifestante de 17 años el lunes en Shanghái, según una grabación.
La abogada Wang Shengsheng lamenta que “se utilice tecnología de punta” para “las manifestaciones públicas” en lugar de “cuando desaparecen personas o son asesinadas”.
“Si pueden manipular nuestros teléfonos como quieren, conectarse en nuestras cuentas (sin consentimiento), ¿qué nos queda de nuestra libertad?”, se pregunta.
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