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Vishing y smishing: los fraudes cibernéticos que se vienen y cómo prevenirlos
La prevención es posible. La clave está en ser escéptico y verificar cualquier solicitud inesperada.

Cómo anticiparse
La buena noticia es que la prevención es posible. La clave está en ser escéptico y verificar cualquier solicitud inesperada. Si recibe una llamada que le parece sospechosa, la mejor acción es cortar y contactar directamente a la empresa o banco que le mencionan, utilizando un número oficial. Nunca se debe compartir información sensible por teléfono, especialmente si la solicitud proviene de una llamada inesperada. Y es preciso recordar que las instituciones serias nunca solicitarán información confidencial de esta manera.
Además, es esencial fomentar la capacitación en ciberseguridad en todos los niveles de las organizaciones. Un equipo bien informado es la primera línea de defensa contra estos ataques. La educación sobre las tácticas de los estafadores puede marcar la diferencia entre ser una víctima o un usuario precavido.
En la era digital, la seguridad personal y organizacional depende tanto de la tecnología como de la educación. Las llamadas de vishing son un recordatorio de que siempre debemos estar alerta. En un momento en que la comunicación se volvió más rápida, la desconfianza saludable hacia los que nos contactan puede ser nuestra mejor defensa. Mantenernos informados y preparados es fundamental para proteger nuestra información y nuestra integridad financiera.
El smishing
Otro de los fenómenos más preocupantes en este contexto es el smishing, una forma de phishing que utiliza mensajes de texto para engañar a los usuarios y robar información sensible. Aunque el phishing por correo electrónico fue una preocupación durante años, el smishing está cobrando fuerza, convirtiéndose en un método preferido para los estafadores.
El smishing, que combina “SMS” y “phishing”, tiene como objetivo explotar emociones humanas fundamentales, como el miedo y la curiosidad. Los estafadores suelen hacerse pasar por empresas, bancos, prepagas y aseguradoras, para incitar a las víctimas a proporcionar datos personales. Esta técnica de ingeniería social se aprovecha de la predisposición de los usuarios a confiar más en los mensajes de texto que en correos electrónicos, lo que hace que estos ataques sean especialmente efectivos. Según estadísticas recientes, los usuarios responden al 45% de los mensajes de texto, en contraste con un escaso 6% de los correos electrónicos.
Los estafadores no se detienen ahí, también utilizan números de teléfono comprometidos y cuentas de mensajería pirateadas para hacer sus engaños aún más convincentes. Los enlaces en estos mensajes pueden redirigir a sitios web fraudulentos que roban credenciales o, en el peor de los casos, pueden instalar malware en los dispositivos de las víctimas.
Esto sugiere que, a medida que los delincuentes se adaptan a un entorno digital en constante cambio, los usuarios deben estar cada vez más alerta.
La responsabilidad recae no solo en los individuos, sino también en las empresas y los gobiernos. Es esencial promover la educación en ciberseguridad y proporcionar herramientas que ayuden a identificar mensajes sospechosos. La prevención es clave: debemos aprender a cuestionar la legitimidad de un mensaje de texto, incluso si parece provenir de una fuente confiable.
El smishing es un recordatorio de que, en el ámbito digital, la confianza puede ser un arma de doble filo. La protección de nuestros datos es un esfuerzo colectivo, y cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en la lucha contra estas amenazas. Estemos siempre alerta, porque en el mundo del smishing, la curiosidad puede costarnos mucho más de lo que imaginamos.
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