Espectáculos
This is us llega a su fin: ¿Por qué nos hizo llorar tanto?
Desde hoy está disponible el último capítulo de la historia de los Pearson y también la última oportunidad de emocionarnos hasta las lágrimas con esa familia tan distinta de las nuestras, que sin embargo se les parece tanto. Y es que no hay nada más universal que los sentimientos

Todos tenemos momentos brillantes y todos tenemos momentos oscuros. Todas las familias los tienen y, a veces, lo que parece de una manera desde una mirada, resulta totalmente distinto cuando nos paramos en el lugar de otro. Quizá lo que hace fuera de serie a la serie creada por Dan Fogelman es que es compasiva y amorosa con cada uno de sus personajes, aún en las peores circunstancias: los abandonos, las adicciones, las pérdidas, la compulsión, las tensiones raciales, los problemas de pareja o los celos de hermanos, siempre tienen un costado humano donde no hay buenos ni malos, sino hombres y mujeres que hacen lo que pueden con su historia. Una historia que descubrimos en el tiempo para entender que es como la nuestra. Ni más ni menos. Así somos. Los Pearson, sí, pero también nosotros.
El porqué de que This is Us nos conmueva hasta las fibras más íntimas y se haya convertido en una de las mejores compañías durante la mayor crisis que recuerde la humanidad en las últimas décadas tiene que ver precisamente con eso: con su humanidad. Es un reflejo de nuestros propios altibajos familiares, de las veces en que nos equivocamos con las mejores intenciones, y de la infinita capacidad humana para recuperarse de las peores tragedias.
Y es que la resiliencia se escribió para ese matrimonio joven de Rebecca (Mandy Moore) y Jack (el irresistible Milo Ventimiglia), que en el instante más crucial de su existencia, elige hacer limonada con los limones que le da la vida. Ese consejo que les da entonces el veterano Dr. K (Gerald McRaney) se convierte para siempre en el leitmotiv de la serie.
Es 1980 cuando Kevin (Justin Hartley) y Kate (Chrissy Metz) llegan al mundo como sobrevivientes desde el segundo en que nacen: fue un parto prematuro y son sólo dos de los trillizos que esperaban los Pearson; el tercer hermano nació muerto. Pero Jack ve a un bebé en la nursery y, en medio del dolor, convence a Rebecca de adoptarlo.
Ellos son blancos; Randall (Sterling K. Brown) es negro: nació el mismo día que sus hijos biológicos, pero fue dejado por su padre en una estación de bomberos y ahora descansa en una cuna junto a las de Kate y Kevin. Desde entonces serán los “Tres Grandes” y toda la familia deberá hacer equilibrio frente al racismo más puro, pero también al micro racismo disfrazado de amabilidad y hasta al internalizado por ellos mismos.
Si cuando This is Us emitió su primer capítulo, en 2016, esos flashbacks parecían hablar del cambio cultural en la sociedad americana, el asesinato de George Floyd en 2019 mostró que la discusión todavía estaba abierta y en carne viva. Ese es otro valor de la serie que hoy llega a su fin por la plataforma Star+ después de seis temporadas: es un recordatorio permanente de que nuestro pasado colectivo y personal están siempre más vigentes de lo que sospechamos. La vida es un continuo en el que las decisiones tomadas por nuestros bisabuelos hace un siglo se vuelven a hacer carne en nuestros hijos.
A esta altura ya no veo el propósito de advertir sobre spoilers, pero para los puristas, va una alerta: no sigan leyendo si no están preparados para viajar en el tiempo con los Pearson. Tampoco si no traen pañuelos: todos los fans de This is Us nos sentamos ante cada episodio casi para provocarnos el llanto. Es imposible no conmoverse frente a esa familia que, de tan diversa, siempre logra tocarnos en un lugar propio.
El amor perdido, el no correspondido, el que cambia de forma y el inquebrantable; las inseguridades del cuerpo y las del alma; los lazos de sangre y los que los superan definitivamente, ¿cómo no identificarse con eso hasta las lágrimas?
Los Pearson pueden ser singulares en muchas situaciones, pero no hay nada más universal que los sentimientos. Y ese es otro de los grandes méritos de Fogelman: sus personajes crecen en el tiempo y son creíbles porque, al igual que nosotros, están llenos de matices.
Rebecca, esa madre perfecta que sigue adelante por sus hijos después del dolor más terrible, es la misma que le niega durante años –desde el amor sincero, porque el amor a veces puede ser egoísta– la identidad a su hijo, o la que no acierta a entender la tristeza de su hija. Eso también es This is Us y es parte de lo que nos hace llorar de emoción cada vez: en esta historia familiar que va y viene en el tiempo a lo largo de cinco décadas –y más allá, incluso– hay algo que se pone de manifiesto y es que siempre hay oportunidades para reparar los vínculos.
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