Economía
Los productores rurales necesitan más de US$26.000 millones al año para sobrevivir al cambio climático
Un nuevo informe revela que los pequeños productores, responsables de la mitad de los alimentos del planeta, están financiando de su propio bolsillo la adaptación al cambio climático. Piden un fondo internacional que los incluya en las decisiones y garantice recursos directos.
En los márgenes del mapa agrícola argentino, donde los surcos son más angostos y la maquinaria más vieja, miles de familias campesinas viven al ritmo de la tierra.
Pero las lluvias ya no llegan cuando deben, o vienen en cantidades que destruyen todo a su paso. Así, las sequías y las inundaciones alteraron los tiempos de la producción, y la adaptación se volvió una cuestión de supervivencia.
Un nuevo informe elaborado por la alianza Agricultura Familiar por la Acción Climática (FFCA) junto al centro de estudios Climate Focus advierte que los pequeños productores de América Latina necesitan US$26.270 millones al año para enfrentar los impactos del calentamiento global.
Solo en América del Sur, el costo estimado ronda los US$13.000 millones, destinados a fortalecer las agroexportaciones y proteger los cultivos más vulnerables, como el café, el maíz, el trigo y las hortalizas.
El documento —titulado“Alimentar al mundo en un clima cambiante”— destaca que los pequeños productores generan la mitad de las calorías de los alimentos del planeta y sostienen los medios de vida de 2500 millones de personas.
En la Argentina, según el INTA, el 65% de las explotaciones agropecuarias corresponden a la agricultura familiar, un sector que produce alimentos básicos como frutas, verduras, cereales y leche para el consumo interno.
A pesar de su peso económico y social, estos productores son los que menos apoyo reciben. El informe muestra que apenas el 0,36% del financiamiento climático global llega a sus manos.
En contraste, los subsidios agrícolas que benefician prácticas perjudiciales para el ambiente alcanzan los US$470.000 millones al año, más que todo lo que se necesitaría para sostener la adaptación global.
En este contexto, las organizaciones proponen la creación de un “Fondo para Agricultores” que canalice directamente los recursos hacia las cooperativas campesinas, eliminando intermediarios y burocracia.
La idea es que los fondos financien sistemas de riego eficiente, seguros agrícolas, redes de alerta temprana, y tecnologías que ayuden a planificar las cosechas.
En la Argentina, donde las sequías de los últimos años dejaron pérdidas millonarias y arrasaron cultivos en provincias como Córdoba, Santiago del Estero y Santa Fe, la adaptación también tiene rostro humano.
“Muchos campesinos ya no pueden sembrar lo mismo que antes o perdieron sus animales. Los que se quedan lo hacen a pulmón, sin crédito ni asistencia”, señala un técnico del Movimiento Nacional Campesino Indígena.
Según el informe, los agricultores del mundo ya gastan US$368.000 millones de su propio bolsillo cada año para adaptarse al clima, una inversión forzada que los deja en el límite financiero.
En América Latina, los costos de adaptación equivalen a menos de tres dólares diarios por hectárea, pero ese dinero sigue siendo inaccesible para la mayoría.
Mientras tanto, la COP30, que se celebrará en Brasil en 2025, se perfila como una cita clave para definir si la agricultura familiar será considerada un eje prioritario en la lucha climática.