Economía
“No hay evidencia del impacto en precios”
La economista y especialista en industria farmacéutica, Sonia Tarragona, cuestionó la decisión de la gestión de Javier Milei de habilitar a las provincias para que importen medicamentos sin autorización de Nación.

Además de incrementar el riesgo de que no cumplan con los estándares mínimos que nuestro país exige, advirtió que “no hay evidencia de que impactará en la reducción de los precios del mercado local”.
El análisis que elaboró la ex jefa de Gabinete del Ministerio de Salud durante la gestión de Carla Vizzotti forma parte de los informes que se encuentran estudiando las autoridades de La Pampa tras el anuncio que realizó el ministro Federico Sturzenegger ante el pedido de Mendoza para comprar fármacos a la India. En el documento, Tarragona explicó cómo funciona el mercado de medicamentos en Argentina.
En ese sentido, indicó que “en nuestro país, la norma que regula la importación de medicamentos es el Decreto 150/92, donde se establecen los requisitos para la importación de medicamentos provenientes de dos grupos de países identificados en dos anexos”. En el caso de los productos que provienen de países incluidos en el Anexo I (Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia, España, Reino Unido, etc.), los mismos puede “ingresar a la Argentina de manera automática, solo registrando el producto en la Anmat con la evidencia de comercialización de origen y con información sintética sobre el mismo porque la Anmat reconoce la actuación de las agencias regulatorias de esos países en lo que respecta a la evaluación del cumplimiento de las normas de Buenas Prácticas de Manufactura (BPF) en la planta productora”.
En el caso de los países del Anexo II (México, Chile, Brasil, India, Australia, China, Nueva Zelanda, Suecia, Irlanda, Cuba, etc.), la autorización dependerá de la “presentación de información específica del producto, de aportar un certificado de la autoridad sanitaria de origen emitido conforme a los requisitos establecidos por la OMS y deben haber sido fabricados en plantas industriales que cumplan BPF certificadas por agencias del Anexo I o por la propia Anmat. Estos requisitos son los mismos que deben cumplir los laboratorios que producen localmente, ni un requisito más ni uno menos”.
Tarragona indicó que casi el 80 % de los medicamentos que se importan provienen “de países con una alta vigilancia sanitaria (Anexo I), y poco más del 15% de países del Anexo II. Esto puede explicarse porque Argentina es uno de los pocos países del mundo, donde los laboratorios de origen nacional son titulares del 84% de los productos farmacéuticos autorizados para la comercialización en nuestro país”.
En el caso de los principios activos, la relación se invierte “acrecentando el déficit comercial del sector. La importación de las drogas necesarias para la producción de medicamentos ha tenido un crecimiento sostenido en la última década y su procedencia es casi en un 70% originada en países del Anexo II”.
Regulaciones y aspectos sanitarios.
La especialista explicó que actualmente “no existen barreras regulatorias para el ingreso de productos del Anexo II, por lo que todos pueden hacerlo si cumplen con los mismos requisitos que los locales”. Estos requisitos “obedecen a criterios estrictamente sanitarios/regulatorios destinados a garantizar seguridad y eficacia de los productos que luego consumirá la población argentina”.
En relación a lo sanitario, advirtió que “avanzar en la importación de productos de países del Anexo II sin los requerimientos actuales, implicaría reconocer que sus autoridades regulatorias/sanitarias garantizan el cumplimiento de requerimientos regulatorios equiparables con los rigurosos criterios científicos de países de alta vigilancia sanitaria y/o los de la Anmat, cosa que no es así”. Además, importar medicamentos “sin requerir inspección de la planta elaboradora ni verificación del cumplimiento de los estándares de BPF incrementa significativamente el riesgo de que los lugares en los que se fabrican no cumplan con los estándares mínimos que nuestro país exige a todos los fabricantes”.
Otro aspecto no menor es que “incrementar la importación de productos farmacéuticos, acrecienta la dependencia comercial y la vulnerabilidad en contextos desfavorables como se advirtió en la pandemia de Covid-19”. Esto, señaló, “se contrapone al proceso de autosuficiencia sanitaria que se viene impulsando a nivel mundial como resultado de las lecciones aprendidas de la pandemia”.
Los precios.
La economista también mencionó aspectos económicos a tener en cuenta a la hora de analizar la medida. “Dado el rol que muchos países del Anexo II tienen en el mercado mundial y las economías de escala que presentan en su producción, se verían afectados, en primer lugar, segmentos como los de venta libre y los genéricos de marca que representan más del 70% de los medicamentos consumidos en el país, impactando fuertemente sobre los laboratorios nacionales de menor escala”, sostuvo y remarcó que “el incremento de las importaciones agravaría aún más el déficit comercial”.
Por otro lado, explicó que “no hay evidencia de que el ingreso de productos de estos países impactará en la reducción de los precios del mercado local, especialmente por la complejidad que existe en cuanto a tipos de precios y mecanismos de financiamiento que existen en nuestro país. El desconocimiento del comportamiento del mercado, la forma en que se forman los precios y la convivencia de numerosos submercados y mecanismos de compras, requieren un análisis mucho más profundo de las implicancias de la medida, porque es altamente probable que el pretendido ahorro en alguna compra particular se traduzca en mayores costos para otros actores importantes del sistema”.
Sobre este punto en particular, afirmó que avanzar en este camino “implicaría sustituir empleo local y horas trabajadas en los distintos eslabones de la cadena de comercialización de medicamentos (laboratorios, distribuidoras y droguerías)”. Esto derivaría en la reducción de la producción nacional y el incremento de la dependencia externa.
Tarragona reconoció “el valor estratégico de la industria farmacéutica argentina, su rigurosidad y excelencia globalmente reconocida, y el prestigio que tiene Anmat incluida dentro de las más calificadas del mundo”. Por estos motivos, consideró que “la búsqueda de soluciones contra la suba de precios no debería darse con la potencial importación de medicamentos más baratos pero que tienen menos e inferiores controles de calidad, o mano de obra subsidiada que impactarían directamente en el empleo y producción local del sector. El fortalecimiento de la prescripción por genéricos, el cumplimiento de los precios de referencias para la seguridad social y el fortalecimiento de la producción pública estratégica son medidas mucho más apropiadas para impulsar la reducción de precios”.
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