Sociedad

La mala alimentación en los colegios no para

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“Me quedo con hambre”, “la comida no me gusta”, “no puedo repetir”, “me sirven poco”, “no distingo el sabor entre el medallón de pollo y el de pescado”. Es lo que les dicen las niñas, los niños y les adolescentes a sus familias cuando vuelven de la escuela.

La “Campaña por una alimentación de calidad y gratuita para todxs” se lanzó con el objetivo de exigir al Gobierno porteño “democratizar la discusión de Servicios de Comedores Escolares”, tal como lo dispone la Constitución de la Ciudad en su artículo 24, y la mejora de la calidad del alimento que les dan a lxs alumnxs, para lo cual iniciarán un amparo colectivo en terreno judicial, por haber sido agotadas las instancias anteriores. Impulsada por integrantes de la comunidad educativa organizada junto al Observatorio del Derecho a la Ciudad, la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria (CLIC) y  el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), propone terminar con la privatización de los comedores, pensar la recuperación de las cocinas escolares; potenciar la incorporación de trabajadores de la economía popular que producen alimentos y garantizar una alimentación nutritiva y suficiente para los y las estudiantes.

En la misma línea, el lunes pasado la legisladora porteña Ofelia Fernández presentó un Proyecto de Ley que tiene como principios rectores la soberanía alimentaria, el derecho a la alimentación adecuada en las instituciones educativas y el incentivo de la Economía Popular, Social y Solidaria, retomando lo propuesto por la Campaña. Además, otro pilar del proyecto es el acceso universal y gratuito para todxs los estudiantes de los establecimientos de gestión estatal y de gestión privada para “garantizar el derecho a la alimentación y alejarnos de la perspectiva mercantilista que caracteriza al sistema actual”. El video que explica en qué consiste la propuesta tuvo una fuerte repercusión pública.

 

Con hambre no se puede pensar

“En marzo de este año se agudizó la situación: la comida es fea y a veces incomible, no porque les chiques sean quisquillosos. Como las porciones son cada vez más chicas y no alcanza, tiene que salir la Dirección con plata de la Cooperadora a comprar comida para que toda la población escolar coma”, le dice a crisis María José Rodríguez, mamá de un niño de tercer grado, que integra la Cooperadora de la Escuela de Enseñanza Media N°3 D.E. 7 “Osvaldo Pugliese”, ubicada en Villa Crespo. Allí la Comisión de Comedor realizó un informe durante 2019 que tuvo como punto de partida una alarma: muchos estudiantes evitaban comer las viandas entregadas por las empresas concesionarias. El estudio reflejó que el 65% de las porciones pesaban menos de lo establecido en el pliego, que los fideos llegaban pasados de cocción, y que servían ultraprocesados que no contenían el valor nutricional determinado por la normativa, como por ejemplo el medallón de pescado y el de verdura, hallazgo que realizaron en base a análisis químicos. Se observaron numerosos granos de arroz en el relleno de la tortilla y se detectó almidón en el relleno del medallón de pescado, evidenciando poca cantidad de proteínas. “El medallón de verdura reemplaza al menú que figura como ‘tortilla de verdura’ desde hace al menos dos años y su composición no está informada en el pliego correspondiente. Tampoco la composición del relleno del medallón de pescado. Las viandas son provistas por la empresa Rodolfo Ferrarotti SRL, con la supervisión del GCBA”, afirman.

Estas graves faltas en la alimentación escolar porteña se dan en el marco de una amplia jornada educativa, ya que en el inicio de este ciclo lectivo el Ministerio de Educación de la Ciudad determinó Jornada extendida obligatoria para 21.500 alumnos de 6° y 7° grado de todas las escuelas de gestión estatal de jornada simple.

Casos como el del comedor de la escuela Pugliese se replican en otras escuelas de la Ciudad desde hace años. Un informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA) sobre “Comedores Escolares – Servicio de Viandas” ya reflejaba en 2016 que en diversas escuelas con distintos prestadores la milanesa de carne vacuna pre elaborada tenía aspecto y sabor “poco agradable”, pasadas de cocción, secas y duras, con un color oscuro en su interior y un sabor salado intenso, y su temperatura de servido era inferior a la establecida en el pliego.

“Mi hija suele comer de todo, pero cuando vuelve de la escuela siempre dice que se queda con hambre, porque la comida es poca, las raciones son pequeñas y además no puede repetir, ni fruta ni postre”, cuenta Florencia Guglielmotti, mamá de una niña que va a sexto grado, e integrante de la cooperadora de la Escuela Primaria Nº4 D.E. 8º “Organización de Estados Americanos”, ubicada en el barrio porteño de Parque Chacabuco.

Si bien las fuentes del Ministerio de Educación, dirigido por Soledad Acuña, sostienen que el servicio de desayuno y/o merienda en las escuelas es “universal”, mientras que los servicios de almuerzo y refrigerio “requieren solicitud de beca y su aprobación por parte de las conducciones escolares”, la escuela “Organización de Estados Americanos” reclamó este año al Gobierno porque la empresa concesionaria Carmelo Antonio Orrico SRL envía menos raciones de las necesarias para la totalidad de la población educativa: el establecimiento requiere la prestación de 417 raciones de desayuno y 354 de comedor, y la empresa envía sólo 245 raciones de desayuno y 230 de comedor desde el inicio de este ciclo lectivo. En ese sentido, Guglielmotti subraya que “aprovechan que no todas las familias hicieron el trámite de beca –que requiere de conectividad y de carga de documentación–, tercerizando el problema a las familias y dejando a decenas de niños y niñas sin su porción”. Esto provoca que en la escuela, para que toda la población educativa pueda comer, se racione el alimento disponible disminuyendo las porciones. “Tampoco hay pan”, agrega, en referencia al programa “Chau Paneras” del Gobierno de la Ciudad implementado desde 2018. “Las comidas suelen ser insípidas y aguadas”. Su hija no distingue entre el medallón de pollo y de pescado en la escuela mientras en su casa los come y los diferencia.

“El menú es el problema”, explica una de las mamás integrantes de la comisión comedor que prueba la comida –y que pidió no dar su nombre porque se trata de un reclamo colectivo– en la Escuela Primaria Común N° 14 D.E. 7 “Dr. Ernesto E. Padilla” de jornada completa, ubicada en Caballito. “Desde hace varios años vienen autorizando congelados y ultraprocesados, lo que era la milanesa de pescado ahora es un medallón. Y la tortilla es un ultra procesado verde que no tiene nada de tortilla ni verdura. Además, el problema es que hay muchos fideos, hidratos, pocas proteínas de buena calidad”.

37.44 pesos

El servicio alimentario alcanza a más de 291.000 alumnos en 1.543 establecimientos educativos y funciona en el marco del Programa de Alimentación Escolar que se rige por la Ley 3.704 de Alimentación Saludable, detallan a crisis fuentes del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Esta prestación es adjudicada a través de un proceso de licitación pública bajo la órbita de la Dirección General de Servicios de Escuelas del Ministerio de Educación e Innovación, cuyo titular desde el año 2019 es Nicolás García Sáenz.

En abril de 2018 se aprobó la última Licitación Pública, en la cual se adjudicó a 19 concesionarias por el monto total de $6.298.748.744 (más de seis mil millones de pesos)  para el servicio de comedor escolar en escuelas de nivel inicial, primario y secundario, excepto los únicos cuatro comedores escolares autogestivos que quedan en la Ciudad.

Las licitaciones y contrataciones de los servicios alimentarios para las escuelas de CABA se rigen por el Régimen General de Compras y Contrataciones Ley N° 2.095 y la Ordenanza 43.478 de 1989. El acceso a estas licitaciones está diseñado para que participen pocos: para presentarse las empresas deben abonar de forma anticipada 795.000 pesos, que según el pliego de Bases y Condiciones no se devuelven ni en el caso de resultar rechazadas. De esta manera, se excluye a cualquier pyme o cooperativa que quiera participar de la convocatoria y se reduce a unas pocas empresas.

Por su parte, en la licitación se eligen los adjudicatarios asignándoles mayor cantidad de puntos a las empresas que tengan antecedentes de contratación con el Gobierno de la Ciudad, priorizando también la antigüedad en la prestación. En este sentido, la Auditoría porteña ya había advertido en su informe de 2016 que el puntaje que otorga el pliego “atenta contra el principio de libre competencia, concurrencia e igualdad que debe regir en las contrataciones públicas”. Pero además, el sistema no contempla el descuento de puntos ante infracciones o sanciones y multas de las empresas adjudicatarias durante la prestación anterior.  “Hay empresas que fueron sancionadas un montón de veces, como es el caso de las escuelas donde hubo intoxicaciones, pero se pueden volver a presentar en la licitación. Las sanciones son cómicas y económicas,y el Gobierno prácticamente no responde ningún reclamo, es muy difícil el diálogo”, explican desde la campaña.

Este año el Gobierno porteño destinó un presupuesto total de $50.055.347.712 (cincuenta mil millones de pesos) para la licitación pública Nº 7192 1818 LPU 21, que tuvo lugar el pasado 11 de marzo. Ésta licitación abarca 4 años y supone para 2022 el monto estipulado de 12 mil millones de pesos para el servicio de comedor, viandas, refrigerio y desayuno. “Es un presupuesto muy elevado si se compara con el destinado en otras áreas. Por ejemplo, el de infraestructura escolar asignado para 2022 es 4 veces menor que el presupuesto destinado a la licitación en cuestión”, afirmaron fuentes cercanas a la legisladora porteña por el Frente de Todos, Ofelia Fernández. “Es un presupuesto gigantesco que, en vez de garantizar comida nutritiva, abundante y de calidad, redunda en una pésima alimentación para lxs estudiantes y en gigantescas ganancias para las empresas”, apuntan desde el Observatorio de la Ciudad.

El acceso a estas licitaciones está diseñado para que participen pocos: para presentarse las empresas deben abonar de forma anticipada 795.000 pesos, que según el pliego de bases y condiciones no se devuelven ni en el caso de resultar rechazadas. de esta manera, se excluye a cualquier pyme o cooperativa que quiera participar de la convocatoria y se reduce a unas pocas empresas.

El Pliego y sus Anexos detallan pormenorizadamente todos los aspectos de la concesión: menú, procedimientos para elaborar las raciones, insumos, las condiciones de transporte y mantenimiento, requisitos respecto del personal de cocina -contratación e higiene-, también bromatológicos, penalidades, etcétera. En los establecimientos que no cuentan con cocina propia, se incluye el reparto. En la estructura de costos, el Gobierno señala que el desayuno general compuesto por “galletitas dulces, vainillas, galletitas de avena, leche con cacao, galletitas de agua, leche con mate o té, barra de cereal (opcional: madalenas o pan de ricota)” vale $37,44. Mientras que para el desayuno de funcionarios públicos, según el Observatorio de la Ciudad, se paga $710 y reciben jugo de naranja exprimido, tostadas de pan lactal de salvado con queso untable de primera marca, mermeladas de frutilla o durazno, variedad de sabores de té, media manzana.
Más de 36 cooperadoras y familias de la comunidad educativa iniciaron una campaña para visibilizar los reclamos por la comida que se sirve en los comedores de las escuelas públicas porteñas. Intoxicaciones, mala calidad e insuficientes raciones son las denuncias que abundan al servicio prestado por empresas concesionarias seleccionadas por el Gobierno de la Ciudad, a través de licitación pública.

Entre los principales problemas que detallan en la prestación de los servicios de desayuno, almuerzo, merienda y refrigerio, sobresalen las intoxicaciones de cientos de alumnxs, la entrega de ultraprocesados como madalenas, pan de ricota y galletitas dulces; la falta de raciones que no alcanzan para la totalidad de los alumnos de las escuelas, el incumplimiento por déficit del gramaje indicado en la normativa, el exceso de carbohidratos, la falta de alimentos frescos, las trabas en el acceso a las becas y la baja composición nutritiva de algunas de las comidas brindadas a las infancias.

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