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Tras el acuerdo de cese el fuego, Netanyahu enfrenta una fuerte presión interna y el aislamiento internacional

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Está procesado en tres casos de corrupción. La Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto en su contra por crímenes de guerra.

Su rostro traslucía cierta incomodidad. Benjamin Netanyahu escuchaba cómo Donald Trump, su gran aliado y sostén internacional, clamaba en su histórico discurso del lunes en la Knesett (Parlamento) por un indulto para el primer ministro israelí.

El presidente estadounidense quería hacerle un favor, pero el abrazo de oso parecía asfixiar la cintura política del líder israelí, procesado en tres casos distintos por corrupción en su país, más allá del pedido de captura en su contra emitido por la Corte Penal Internacional (CPI) por presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad.

Netanyahu estaba sentado a su lado y buscaba capitalizar a su favor el enorme fervor que se produjo en Israel por la devolución de los 20 rehenes con vida secuestrados en Gaza y el acuerdo que puso fin a dos años de una guerra que dejó secuelas visibles en ambos lados de la frontera.

“Tengo una idea, señor presidente”, le dijo Trump a su par israelí, Isaac Herzog, también presente en la histórica reunión legislativa. “¿Por qué no le da un indulto?. Por cierto, eso no estaba en el discurso, como probablemente imaginan. Simplemente resulta que me gusta este caballero que está allí“, dijo el mandatario republicano mientras señalaba a un sorprendido Netanyahu.

Lo que no sabía Trump es que cualquier posibilidad de perdón presidencial debe ser precedido por un pedido formal del eventual beneficiado, sin contar que el premier ni siquiera está condenado.

Cuáles son los frentes judiciales abiertos contra Netanyahu

La guerra de Gaza tapó todo. El brutal ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 actuó como un impulso catalizador para la unidad del país contra un enemigo común.

El gobierno de Bibi, como se lo conoce en Israel, sobrevivió a cualquier circunstancia ante el delicado momento que atravesaba el país, bajo ataque desde distintos frentes. Ni siquiera pudieron con él las enormes dudas que dejó el ataque terrorista del grupo islámico en torno a la que se creía una seguridad inexpugnable del país. Hubo fallas y admisiones de culpa. Incluso renunció el jefe de la Inteligencia del Ejército israelí, Aharon Haliva.

Donald Trump y Benjamin Netanhahu se volvieron a ver en Jerusalén (Foto: REUTERS/Evelyn Hockstein)
Donald Trump y Benjamin Netanhahu se volvieron a ver en Jerusalén (Foto: REUTERS/Evelyn Hockstein)

Pero el gobierno de Netanyahu, más allá de crisis internas y cuestionamientos hasta de su propia coalición de socios ultraortodoxos, siguió adelante.

Netanyahu está procesado en tres casos de corrupción en su país que ahora amenazan con revitalizarse a un año de las elecciones previstas para octubre de 2026.

Los casos son escandalosos, aunque el premier y su partido Likud (derecha) le atribuen motivacioness políticas. En uno de ellos, Netanyahu y su esposa Sara están acusados de aceptar más de 260.000 dólares en bienes de lujo como cigarros, joyas y champán a cambio de favores políticos.

“¿Cigarros y champán? ¿A quién le preocupa eso?“, ironizó Trump, con su inconfundible estilo mordaz, pero que parece lejano al estilo político israelí.

Pero además el primer ministro está acusado, en dos causas distintas, de negociar una cobertura más favorable de medios israelíes.

¿Qué puede pasar ahora con Benjamin Netanyahu?

El fin de la guerra, o al menos el regreso de todos los rehenes con vida, puede dar paso a una nueva ofensiva de sus rivales políticos, más allá del impulso a su imagen que puede darle el cese el fuego en Gaza y la liberación de los secuestrados. Incluso, en su primer discurso tras el acuerdo, llamó a la unidad del país.

Netanyahu está en el gobierno desde fines de 2022. Antes de que estallara el conflicto, su gestión enfrentaba duras protestas contra una reforma judicial que la oposición le atribuyó la intención de debilitar a la justicia.

En los últimos meses esas protestas volvieron a las calles pero por motivos distintos, motorizadas por los familiares de los rehenes secuestrados en Gaza. Netanyahu enfrentó durísimas críticas de la entidad que nucleó a las familias de los cautivos que exigían el regreso de sus seres queridos.

Donald Trump saluda a Benjamin Netanyahu en la Knesset (Foto: SAUL LOEB/Pool via REUTERS)
Donald Trump saluda a Benjamin Netanyahu en la Knesset (Foto: SAUL LOEB/Pool via REUTERS)

Además, el premier enfrentó crisis internas por el avance de un proyecto que obligaba a los estudiantes ultraortodoxos cumplir con el servicio militar, del que están exentos. El plan chocó con la oposición de los socios ultraconservadores y relgiosos del gobierno.

Pero además el frente externo aisló a Israel y lo alejó de sus tradicionales aliados europeos. También quedó debilitada la relación con el mundo árabe. “Netanyahu, incluso después del acuerdo, sigue siendo visto en gran parte del mundo árabe como el destructor de Gaza. Esto no significa que no vayamos a ver reuniones con líderes árabes y musulmanes ni nuevos acuerdos de normalización, pero sin duda no será sencillo. Pero por otro lado, está Trump, que ya lo ha demostrado:nadie le puede decir que no”, dijo el analista Amichai Stein enThe Jerusalen Post.

La oposición presiona a Netanyahu

En ese complejo escenario interno e internacional, la oposición comienza a presionar al premier.

“La continuidad del gobierno de Netanyahu representa hoy un obstáculo grave para la recuperación moral, política y social de Israel. Su permanencia en el poder no solo impide una autocrítica profunda tras el 7 de octubre, sino que también prolonga una cultura de impunidad y manipulación que erosiona nuestras instituciones”, dijo el residente de la Unión Mundial del partido israelí Meretz (izquierda).

Para el dirigente, “existen factores concretos que podrían -y deberían- llevar a su caída. En primer lugar, la creciente demanda pública y política por una comisión judicial independiente que investigue todo lo ocurrido antes, durante y después del 7 de octubre de 2023. La sociedad israelí tiene derecho a la verdad, y esa verdad no puede ser administrada por quienes buscan encubrir sus propias responsabilidades”.

“En segundo lugar, la reanudación del juicio por fraude, abuso de confianza y soborno que Netanyahu logró congelar bajo el pretexto de la guerra. No hay democracia sólida si el primer ministro puede utilizar la tragedia nacional como escudo judicial”, afirmó.

Según Teitelbaum, “un tercer punto es su fracaso para legislar una ley de reclutamiento igualitaria, capaz de incorporar a miles de jóvenes ortodoxos al servicio militar o civil. La desigualdad en la carga y el sacrificio es una herida abierta que su gobierno no solo no ha cerrado, sino que ha profundizado por conveniencia política”.

“Finalmente, las presiones internacionales -especialmente de Trump- para aceptar el protocolo de El Cairo podrían dejarlo políticamente expuesto: atrapado entre la dependencia de la extrema derecha interna y la exigencia externa de asumir compromisos diplomáticos que contradicen su discurso de fuerza. Todo indica que el ciclo Netanyahu se acerca a su final. Pero más importante que su caída personal será lo que venga después: la posibilidad de reconstruir un liderazgo ético, responsable y orientado al bien común, que devuelva a Israel su sentido de justicia, solidaridad y esperanza”, concluyó.

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