“Un programa político para el movimiento obrero, para el campo popular y para el año que viene en el Frente de Todos”. Así se refirió el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, al libro “ Los sectores dominantes en Argentina. Estrategias de construcción de poder, desde el siglo XX hasta el presente” (Ed. Siglo XXI) de cuya presentación participó el pasado jueves en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), junto al ex Secretario de Comercio Roberto Feletti y los autores Eduardo Basualdo y Pablo Manzanelli.
En este sentido, Kicillof remarcó que el libro puede ser un “manual de instrucciones” para funcionarios de Economía de un gobierno propio, ya que, chicaneó, “los manuales de los otros gobiernos están incluso en otro idioma”. Entre sus más fuertes definiciones, el gobernador planteó que el libro demuestra en base a estudios rigurosos de tres décadas que los dos tipos de actores que integran la cúpula empresarial, esto es los grupos económicos locales y los conglomerados extranjeros, “no contribuyen al desarrollo”, incluso cuando se menciona a aquellos orientados al sector productivo antes que al financiero, los cuales, señaló, tuvieron también un resultado “decepcionante”.
“Ellos tienen una responsabilidad, no son los 70 años de peronismo, sino que desde 1880 fueron los protagonistas, con frustraciones, promesas incumplidas, y fracasos”, señaló, añadiendo que la actual oligarquía ya no es la de la “Campaña del desierto”, sino estos grupos locales y extranjeros, que se han diversificado en su producción y en el tipo de asociación que realizan entre ambos.
De hecho, Kicillof planteó que el libro, que se estructura en un primer capítulo narrando la trayectoria de los grupos económicos locales y un segundo de los conglomerados extranjeros en el país, resulta clave porque exhibe que “en ambos actores aparece la articulación e intercambios, también en su relación con los trabajadores y con el poder político”, añadiendo que un año clave fue el 2008 y el conflicto con la 125, en donde se pasó de la reconstrucción pos crisis en la que se pensaba que se contaba con un actor progresista de esa recuperación, como los grupos económicos locales, “vestidos de burguesía nacional”, al desencanto, decepción y defección de ese actor económico.
“Tal vez nunca tuvieron esa vocación, añadió, porque no eran Caperucita sino el lobo, no era esa burguesía romantizada, sino los grupos económicos locales, con lo que se cambió la mirada del gobierno de entonces, y de esperar ciertos comportamientos, se pasó a regular para promover e incentivar ciertos comportamientos de estos grupos para el desarrollo nacional. Y los resultados fueron buenos, porque la dinámica presente entre 1976 y 2001 se modificó, más allá de que no definitivamente”.
Kicillof planteó además que “nuestro marco normativo falla”, porque existe una unidad económica sobre la que hay que comprender y legislar, donde “estos grupos económicos forman como equipo, no son tipos sueltos, y si siempre te terminan metiendo mil goles, es porque hay un DT, una táctica y una estrategia, que va más allá de empresa o un CEO, sino que es un conjunto de empresas muchas veces en diferentes ámbitos, donde algunos incluso resignan beneficios en un lugar para maximizarlos en otro”.
Agregó, asimismo, que la visión económica que plantea el libro no es la dominante, pero “es la que permite recorrer una tradición de producción del campo popular y heterodoxo, que tuvo dificultades incluso para simplemente intervenir en determinados debates, y más dificultades aún para que esa intervención tenga permanencia y regularidad, frente a otros análisis micro y macroeconómicos, muchas veces pocos constructivos y a veces también malintencionados”.
En este sentido, elogió la posibilidad que el libro brinda para comprender la historia económica argentina a partir de las estrategias de esta cúpula y los diferentes comportamientos de estos dos grupos. De hecho, agregó, desde el libro se corroboraban diversas hipótesis formuladas por los autores y, también, “se modificaron con honestidad otras perspectivas frente a la aparición de nueva evidencia”.
Pero lo más importante, remarcó, fue que la perspectiva y el lente con el que se mira el proceso económico a través de la cúpula empresarial, permite “entender cosas que no se entenderían desde otra perspectiva: Ahí hay una disputa metodológica y también política”.
Conclusiones
Kicillof planteó que el libro lo llevó a formular dos conclusiones, siendo la primera de ellas que el “mito ortodoxo y de la derecha, pero también de algunos del campo popular, es que la economia argentina tuvo históricamente una industrialización a la que le faltó más inversión extranjera, por su tendencia al estrangulamiento o restricción externa, es decir la carencia de dólares para insumos industriales importados, lo cual “supuestamente la Inversión Extranjera Directa soluciona, porque ayuda a incrementar la producción, permite la entrada de dólares, más capacidad exportadora, mayor productividad, y sustitución de importaciones”. Pero, señaló, el libro demuestra que por más seguridad jurídica y seducción a ese capital extranjero, la evolución de ese tipo de inversión “ensancha el déficit y la necesidad de más divisas, porque no tiene el comportamiento prometido en términos de inversión ya que se la llevan, lo cual está muy documentado en el libro”.
El segundo y vinculado, apuntó, tiene que ver con una visión “ideológica antes que científica, con repercusiones muy negativas para la economia en general y especialmente para el desarrollo”, como lo es el hecho de considerar que en 1976