Argentina
Cinco presidentes en 11 días, una prueba a la institucionalidad argentina
De la Rúa, Puerta, Rodríguez Saá, Camaño y Duhalde; una seguidilla de mandatarios que socavó la moral de un pueblo golpeado por una crisis política y económica que culminó en un estallido social y el nacimiento de un nuevo horizonte político.
En diciembre de 2001, la sociedad argentina vivió una seguidilla de sucesiones, juras y asambleas legislativas con cinco presidentes en once días, luego de la renuncia de Fernando de la Rúa como consecuencia del estallido social de las jornadas del 19 y el 20, en lo que constituyó una prueba para los contrapesos de la institucionalidad frente al colapso de un modelo económico.
Además de las 39 víctimas de la represión ordenada por el Gobierno de la Alianza para reprimir las protestas que se desataron en todo el país, la Argentina de aquel momento quedó marcada por la sucesión frenética de jefes de Estado: De la Rúa, el misionero Ramón Puerta, el sanluiseño Adolfo Rodríguez Saá, el bonaerense Eduardo Camaño y, finalmente, el exgobernador bonaerense Eduardo Duhalde se sucedieron en apenas 11 días.
En un contexto signado por el Estado de Sitio que había decretado por De la Rúa, los cacerolazos, los cortes de rutas, protestas en los bancos, asambleas populares y el rechazo generalizado hacia la clase dirigente se plasmaron en el grito “Que se vayan todos”, la consigna que se convirtió en la expresión unificadora de descontentos de todo tipo.
La inestabilidad, la crisis de legitimidad del sistema de representación, el hundimiento en la confianza de los dirigentes, envolvieron a la democracia en altos niveles de tensión hasta que la elección parlamentaria del senador Eduardo Duhalde, mandamás del justicialismo bonaerense, logró estabilizar la situación de modo relativo a partir de enero de 2002.
Sin embargo, entre la renuncia de De la Rúa hasta la asunción de Duhalde se vivió un periodo plagado de negociaciones, acuerdos rotos, traiciones, vacíos políticos y hasta la amenaza de que la Corte Suprema de Justicia se haría cargo de la conducción del Ejecutivo por la acefalía en la sucesión del cargo.
Años de políticas neoliberales iniciadas en los ’90 con el gobierno justicialista de Carlos Menem y continuadas por la Alianza con una clara participación del Fondo Monetario Internacional (FMI) tuvieron su conclusión con la recordada imagen del helicóptero con el mandatario radical a bordo mientras partía desde la Casa Rosada ante la mirada de los manifestantes que reclamaban en la Plaza de Mayo.
En ese momento, el Gobierno no contaba con la figura del Vicepresidente ya que 14 meses antes -el 6 de octubre de 2000-, Carlos “Chacho” Álvarez, el peronista líder del Frepaso y la otra figura clave de la Alianza, había renunciado a ese cargo enfrentado con De la Rúa.
Cavallo había sido el creador de la Convertibilidad con Menem y fue convocado por el Gobierno para resolver la situación económica del país agobiada por las obligaciones de pago de la deuda externa con el FMI y los reclamos sociales por la falta de trabajo.